GUILLERMO MARCO REMÓN 

Perder el tiempo

Somos aquello en lo que decidimos perder el tiempo. Estos poemas no hablan del arrepentimiento sobre algo que se ha ido y se quiere recobrar, sino que celebran el tempus fugit y afirman que es precisamente esa pérdida y su observación lo que nos constituye. Este libro explora nuestra manera de relacionarnos con el tiempo: el pequeño intervalo en que tarda en bajar un ascensor o en llegar un autobús; las horas dedicadas a las preguntas de la vida; los minutos de meditación sobre las ausencias; los instantes en que es posible celebrar la amistad y el amor.

MARKEL HERNÁNDEZ
Restos arqueológicos
Los poemas de Markel Hernández analizan la deriva de la sociedad Occidental a través del prisma de las referencias culturales que nos rodean y abruman. La convivencia con el terrorismo se concilia con la convivencia con el arte y los fantasmas propios. Restos arqueológicos canta los placeres, el tedio y las lacras de la vida moderna con una voz milenaria y mediterránea. Aquí los habitantes de Granada se beben a Federico García Lorca sin saberlo, estallan las bombas en un Bilbao imposible que sin embargo existió y el sexo entre hombres amenaza con llevar a la humanidad al borde de la extinción. El plástico será nuestra nueva biología, los restos arqueológicos del futuro están enterrados en estas páginas.

MARIBEL ANDRÉS LLAMERO
Los inútiles
Los inútiles ocupan un lugar y un espacio que las mentes preclaras saben que se puede aprovechar mejor en subasta. Lo

s inútiles son extraños porque encuentran razonable pasar los días tejiendo versos. Los inútiles alancea, inútilmente, contra formularios y ventanillas para reivindicar el arte, la hermosura con que mueren algunas aves, a la gente torpe, a la gente que olvida, a la gente que defiende la floricultura, a los que besan a los cristos de las iglesias, a los contempladores de café, a los que ríen y no temen, al estudiante que elige la materia corporal por encima de la académica, a los que se casan ocho veces, a los héroes menores de arena y playa, el amor de las discotecas, el oficio de mantener encendida la lumbre.

NADIA DEL POZO 

Barruntar

Los poemas de Barruntar construyen una cosmogonía de la intimidad, una narración del cuerpo y de nuestra relación visceral con la naturaleza y con el otro. Nadia del Pozo trabaja la imagen con manos de pastora y de orfebre, «como si de mis uñas fueran a extraer la leche de las difuntas», sabiendo que en el poema debe caber la historia de todas las hijas de todas las islas, de todos los pueblos. Barruntar es el verbo, es movimiento, es oralidad, es la recuperación, a través de la poesía, de las antiguas enseñanzas del cierzo.